martes, 13 de mayo de 2008

Estado de la cuestión

Cuando una ciudad como Cartagena, con más de 210.000 habitantes, enmarcada en una comarca de unos 400.000 y que al menos duplica esa población con la llegada de población flotante en verano, prácticamente carece de servicios, tanto de ocio como de información y asesoramiento, en lo que a la homosexualidad se refiere, llama poderosísimamente la atención.Si a esto añadimos que bastante gente foránea, cuando llega a Cartagena se sorprende de la cantidad de gays y lesbianas que ve por la calle, ya se llega al asombro.Pero si, todo lo anterior, lo complementamos con el hecho de que gran parte, si no la mayoría, de la gente que utiliza los recursos de ocio e información de la cercana ciudad de Murcia son de la zona de Cartagena, alcanzamos el nivel “si me pinchan no me sale una gota de sangre”.
Una ciudad como Cartagena, con uno de los principales puertos de España, una de las mayores zonas industriales de Europa, base militar, Universidad e inserta en la zona con más turismo de la Comunidad Autónoma es una muy buena candidata a tener un buen “ambiente” (bares, discotecas, cafeterías, saunas, librerías, tiendas, asociaciones, colectivos...).Lo ocurrido en otras ciudades (Madrid, Valencia, Barcelona…) en las que el “movimiento gay” ha recuperado zonas deprimidas podría servir también para la zona más degradada del casco modernista de Cartagena, en el que se hallan cientos de bajos comerciales vacíos.
Sin embargo parece que ni los propios homosexuales de la ciudad parecen creérselo, poniendo excusas como el ambiente castrense e industrial de la ciudad o el miedo de la gente al que dirán.Cuando en algunas zonas de cruissing, con alta afluencia, y mínima discreción, pues los coches se ven desde la carretera, camino de la playa más cercana a la ciudad se llenan de gente, no creo que valga la excusa de la discreción. Y en cuestión del ambiente militar e industrial ¿no existen también gays y lesbianas entre estos trabajadores?
La necesidad de acceder a información en la, a menudo, confusa adolescencia (y no tan adolescencia) de los homosexuales, ya sea a través de testimonios personales directos o a través de libros, películas o revistas, es más fácil cubrirla yendo a un lugar donde uno sabe que no será objeto de miradas “raras” que acudiendo al kiosko de toda la vida, por mucho que tenga “ZERO” en el expositor.
No todo es tan negro “homosexualmente” hablando en Cartagena, pero una ciudad como esta, en pleno 2008, con una ley estatal que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo, debería empezar a estar a otro nivel. Así que habrá que empezar a dejar de ser “mariconas malas” y ser consecuentes con la época en que vivimos.